—ARTÍCULO ORIGINAL PUBLICADO EN HIRUTXULOKO HITZA POR BEÑAT PARRA— https://irutxulo.hitza.eus/2024/11/15/hilari-villahoz-harrian-parkea-egitea-lortu-zuen-emakumea/
—AQUÍ TRADUCCIÓN AL CASTELLANO—
HILARI VILLAHOZ: LA MUJER QUE CONSIGUIÓ QUE EN HARRIA SE HICIERA EL PARQUE.
El parque Harria es el principal espacio libre de Altza, el que los vecinos tienen como referencia. En cambio, había ocho torres de viviendas previstas en la zona, y el parque se consiguió gracias a la lucha ciudadana; la lucha iniciada por Hilari Villahoz.
Nada más entrar en casa de Hilari Villahoz (Cevico Navero, Palencia, España, 1935), el periodista que firma este reportaje ha encontrado en el salón un trozo de historia de Altza: decenas de recortes de Egin y El Diario Vasco de 1986 a 1992, guardados durante años en una vieja carpeta. Todos tienen una cosa en común: son recortes de periódicos de noticias sobre Altza; en especial, de noticias y reportajes sobre el parque Harria.
Y es que Villahoz es una luchadora incansable por Altza. Sobre todo, luchó por el actual parque de Harria, y todos esos fragmentos de periódico son una muestra de la evolución de esa lucha.
Harria y la selva
En la zona en la que actualmente se ubica el parque Harria, existía una importante casa solar Arriaga desde la Baja Edad Media — cuya primera mención data de 1465 —, pero a principios de la década de 1980 estaba totalmente abandonada: «Cuando éramos pequeñas, teníamos dos zonas de juego en Altza: la selva y las tierras movedizas. La selva era el actual parque Harria y el otro era una zona contigua al actual polideportivo, llena de restos de la fábrica de uralita, así que imagínate cuál era la situación del barrio», recuerda Isa Pac, hija de Villahoz y miembro de la plataforma Altza XXI.
Villahoz cuenta que la zona de Harria estaba lleno de jeringuillas — era la época en que la heroína estaba golpeando fuerte —, había muchas ratas, había mucha basura tirada, etcétera. «Altza era un barrio sin ley. Había de todo en esa zona: suciedad, algunas huertas… ¡hasta ovejas puso uno! Le cantaba desde la ventana Tengo una ovejita lucera», recuerda la altzatarra.
Su casa daba a la finca que hoy en día es el parque Harria, y harta de ver esa escena todos los días — llegaron a hacer el esfuerzo de contratar a un trabajador para limpiar la zona entre las casas de alrededor —, Villahoz empezó a luchar por construir un parque allí: «En Altza no había un parque en condiciones y me pareció que esa zona podía ser ideal», recuerda. Así que empezó por su cuenta, a partir de 1983: «Me dediqué a recoger firmas casa por casa, además de entregar unas fotos de la zona y una carta a la concejala del barrio, Iluminada Soto. Pero viendo que el tema no se movía, junto a dos o tres mujeres del barrio, decidí ir al ayuntamiento». Allí, según ha contado, se encontró con el alcalde, Ramón Labayen, que le informó de la situación: «Me dijo que al día siguiente iría al barrio; al final vino dos días después. Justo después de que yo se lo dijera; ¡casualidad !».
Labayen fue a Altza, pero el problema no fue tan fácil de solucionar, y los altzatarras se organizaron en la Coordinadora de Altza: «Empecé por mi cuenta, pero algunos vecinos tuvieron noticias mías y creamos la coordinadora». En la organización, además del tema del parque Harria, trabajaban en campañas contra la droga, necesidades diversas del barrio y demás. Al mismo tiempo, Villahoz no paraba de tocar las puertas del alcalde y de diversos concejales — ha nombrado, sobre todo, a Félix Soto de HB, Enrique Arana de EA y Gregorio Ordóñez del PP —, ir a la radio a hablar, realizar actos callejeros, etc: «Nosotras queríamos que allí se hiciera un parque».
Estaban previstas unas torres
Cuando empezaron a luchar por el parque Harria, Villahoz y sus compañeros desconocían lo que allí estaba planteado: desde el plan general de ordenación urbana (PGOU) de 1950, estaban previstas ocho torres de viviendas. «El tema estaba bastante secreto. Sin embargo, de vez en cuando se oía algo sobre el proyecto y mi madre se enfadaba y empezaba a hacer llamadas», recuerda la hija. Aunque no empezaron luchando expresamente contra las torres, el tema de las torres llevó a los vecinos a luchar aún más, ya que, como destaca Pac, «no pararon de luchar por el parque. En el Altza de entonces, que no tenía ningún espacio libre, la construcción de ocho torres en el centro era excesiva».
Villahoz ha recordado que fue el gobierno municipal de Labayen (1983-1987) el que inició el proceso de expropiación del terreno, aunque la autorización del Gobierno Vasco no llegó hasta 1989; antes, en 1987, se produjo el incendio en la casa Arriaga, ya abandonada, y la zona se degradó aún más. Cuando se materializó la expropiación y se redactó el proyecto, Xabier Albistur era el alcalde de la ciudad (1987-1991). Finalmente, el parque se inauguró poco después de que Odón Elorza asumiera la alcaldía, el 9 de mayo de 1992. «El parque reivindicado durante nueve años», recogía Egin en su crónica el día después..
A la pregunta de qué sintió al ver inaugurado el parque, Villahoz responde con claridad: «Descanso». Asimismo, ha contado una curiosidad: «Hoy en día, el escudo que está colocado en el parque, que pertenecía al caserío Arriaga, estuvo tirado en el suelo durante mucho tiempo. Otro vecino y yo lo llevamos de allí — con dificultad, porque pesaba muchísimo — y les dijimos a los trabajadores municipales que lo teníamos nosotros, para hacer algo con él cuando quisieran».
Los frutos de la lucha
Costó, pero los altzatarras consiguieron construir un parque para el barrio en la parcela de la casa solar Arriaga; si no se hubieran movido, ¿habría abandonado el ayuntamiento el proyecto de las torres?
En el PGOU de 1950, además de en las torres de Harria, estaba prevista la construcción de viviendas en Auditz Akular; precisamente, el anticipo del PGOU que ahora se está revisando recoge la destrucción de esa zona verde y la construcción de 3.000 viviendas en ella: «¡Ahora les toca a estas luchar contra ello y, no creas, yo también estoy con ellas!», dice Villahoz, en referencia a su hija, que está volcada con Altza XXI. Con el parque Harria, Altza ganó un espacio libre significativo, pero en este y otros sentidos, el barrio sigue teniendo grandes necesidades que no se cubrirán con más viviendas. Y el trabajo de Villahoz y sus compañeros demuestra que se puede conseguir cambiar lo que está escrito en los documentos.